Siendo el Consejo Escolar del Centro el máximo órgano de representación de la comunidad educativa, de poco sirve si no existe una cultura real de la participación. Los Consejos Escolares, como paradigma de la participación, suponen el ejercicio compartido del poder y la legitimidad democrática.

Para que este principio sea efectivo, es imprescindible, antes de nada, que la Administración Educativa facilite los medios adecuados que posibiliten la participación efectiva de todos los sectores y su implicación en el funcionamiento de los centros. Es un órgano colegiado de gobierno del centro, siendo obligatoria su constitución y funcionamiento en todos los centros docentes sostenidos con fondos públicos, ya sean de titularidad pública o privada en régimen de concierto.

Es en el medio escolar donde el aprendizaje democrático adquiere más importancia. La ampliación del círculo social nos pone en contacto con muchas personas en un proyecto común que persigue la consecución de nuevos objetivos. Se interiorizan nuevos roles, se realizan nuevas tareas que dejarían de tener sentido si perdieran su carácter colectivo. Comienza a aprenderse el trabajo cooperativo, la división del trabajo, el apoyo mutuo como estrategia para la consecución de objetivos. La escuela debe favorecer el aprendizaje democrático, democratizando su funcionamiento, es decir, abriéndose a la participación de los elementos que la componen, dando satisfacción a sus intereses, permitiendo el control, gestión y administración conjuntos.